lunes, 20 de julio de 2009

El verano me anula.

La hostia! nosecuántas semanas sin tocar el blog porque no me ha dado la gana y he estado de vacaciones! Esto puedo hacerlo porque tengo un blog de leer cuatro amigotes. Un ventajón. Como vengo de vacaciones, voy a contar cuatro mierdas sobre las vacaciones, en este caso, dentro de la península. A mí no me mola irme a sitios de playa; tomar el sol me parece una gilipollez y siento mi espacio vital totalmente ultrajado. La arena es una guarrada y despiertas a una visión de tu realidad como especie muy deprimente. Aun así, si hay poca gente, lo que es bañarme y todo lo que tenga que ver con el mar, sí me mola cacho. Mejor por la tarde o por la noche, que es cuando mejor se está, e inexplicablemente no hay casi nadie.
Así que me tira más el monte y, para refrescarse, los lagos y los ríos también tienen su gracia. Puede que un lago parezca más turbio, pero al menos las putas medusas quedan al margen de tus fobias acuáticas. Alojamiento, normalmente rural, hostal o similar. Una de las cosas buenas que tiene este país, es que las estrellas no van en función de la limpieza, en la mayoría de los casos. Las instalaciones y las pijadas en las habitaciones son para los abuelos; si quieres las comodidades de casa, quédate en casa. Las tiendas de campaña molan un huevo, pero para mi gusto son para invierno. Cinco minutos en una de ellas bajo el sol y sales más cerdo que hombre.
Al margen de todo ello, está la gente y, con ella, todo lo que te puedes encontrar:

-Abuelos en pueblos remotos que no contestan a tus preguntas y te miran fijamente como dementes.

-Tías que gimen por un supuesto polvo a las putas 7 de la mañana con mucha sobreactuación en tu mismo hostal.

-Gatos con deformidades extrañas que se empeñan en seguirte y restregarse en tu pierna.

-Restaurantes para turistas que sirven gazpachos de brick de Mercadona, y tugurios terroríficos que sirven comida de puta madre.

-Necios que bailan al son de las gilipolleces dictadas por un retrasado a ritmo de salsa en la plaza mayor.

-Tiendas de souvenirs que venden cosas típicas de otras comunidades autónomas (esto no lo percibes si no te has recorrido unas cuantas).

-Iglesias absurdas con precio de entrada.

-Castillos de mierda con ruta planificada y medidas de seguridad, y castillos molones sin vigilancia ni protecciones y riesgos de todo tipo.

-Gente con mucha panza y las piernas muy delgaditas.

-Áreas de servicio con familias endogámicas a su cargo que no se relacionan con la civilización de los núcleos urbanos (normalmente venden cosas raras, como mocasines de abuelo y cassettes que nunca estuvieron de moda).

Y más cosas que no recuerdo. Con lo que concluyo que hay mucho que ver en la península y es todo muy divertido.