lunes, 10 de enero de 2011

Bill Hicks: nadie quede sin conocerlo.



Para quien no sepa quién es Bill, dejaré que se presente por sí mismo parafraseando una de sus brillantes cartas de presentación. Es más, recreemos el momento; Se apaga la anodina música de ascensor  jazzística que suele acompañar a este tipo de eventos, se enciende un foco y aparece un tipo con cara de no haber roto nunca un plato con el pelo más descuidado que te puedas imaginar, gafas redondas y un traje que no sabes muy bien si es de su talla o son cosas de la época:

"Buenas tardes, mi nombre es Bill Hicks. He estado en esto de la comedia por 12 años, así que, eh, acompáñenme mientras les muestro una sonrisa falsa y paso por esta mierda una vez más. … Estoy algo cansado de viajar, algo cansado de hacer comedia, algo cansado de ver sus rostros inexpresivos devolviéndome la mirada, queriendo que llene sus vacías vidas con humor que posiblemente no pueden pensar por sí mismos."
Risas de fondo.  Está de suerte. En esta sala, la gente sabe a lo que ha venido. Pero no siempre fue así.

Bill Hicks nació en  1961, residiendo durante toda su juventud en la ciudad de Houston en el seno de una conservadora familia de tradición bautista. Para quien no haya oído de esta mierda en su vida, hablamos de una de las vertientes más trasnochadas del cristianismo. Por desgracia, un cáncer de páncreas se lo llevó por delante en el 94 a la tierna edad de 32 años, así que nuestras generaciones se lo han perdido. Suerte que todavía tenemos un internet grande y libre en el que se puede ver todo tipo de contenidos, y no sólo lo que las putas distribuidoras deciden que se va a vender chupi en nuestro país. No encontraréis nada publicado de este tipo en nuestras tierras, pero por internet encontraréis de todo, subtitulado a nuestro idioma, para que nadie se quede a medias.
Aunque su inspiración y fuente de empuje fueron comediantes de la talla de Woody Allen o Richard Prior, lo que hace único a Bill poco tiene que ver con ellos. Podemos calificar sus inicios como discretos en la Comedy Workshop de su ciudad natal, si bien obtuvo una repercusión notoria a nivel local que lo catapultaría a salas de humoristas de envergadura , inicialmente apoyado por compañeros y amigos de profesión como Dwight Slade y seguidamente en solitario.

Supongo que si hubiéramos conocido al Bill adolescente nos habría parecido una especie de niño bien con un entorno la hostia de conservador y un toque rebelde como única respuesta posible al panorama hogareño. De hecho, sus inicios fueron de lo más ingenuo, avanzando más por perseverancia que por auténtico genio diferenciador. Para que os hagáis una idea, sus primeros shows se basaban en imitaciones de padres y madres, o temáticas de escuela. Humor blanco 100%. Y lo curioso es que el cabrón era bueno hasta en eso, lo que lo llevó de sala en sala hasta acabar triunfando en Los Ángeles.

No sé muy bien en qué año de los primeros 80 surge "mr. Hide", pero en el recomendable documental sobre su vida American - The Bill Hicks Story, lo sitúa en una actuación en el Comedy Annex, cuando se le ocurrió tomar unas copichuelas antes de salir al escenario.
Bill siempre había sido un tipo con ganas de experimentar y conocer, como se desprende de muchas de sus actuaciones, y antes de probar su primera copa ya había flirteado con los hongos alucinógenos. Al principio, para cagarse de risa, como él mismo admite, y más tarde buscando respuestas para calmar su insaciable sed de verdad. Aunque no he encontrado nada que haga referencia a su paso por ninguna universidad, era un lector multidisciplinar empedernido, y andaba bien puesto en materias de filosofía y física de andar por casa.

Lo que quiera que tuviera dentro, ya sea un rebote hacia una educación estricta o un fuerte impacto de estulticia social contra una virgen mente privilegiada que comenzaba a abrirse al mundo, provocó una fuerte reacción con el alcohol que dio como resultado a uno de los humoristas más ácidos, nihilistas, existencialistas, pesimistas e inteligentes que se ha visto nunca.
A todo ello debemos sumar en su legado una prolífica aportación musical que dejó en la banda que tenía montada con sus colegas, de la que se pueden encontrar unos cuantos cd´s por tierras lejanas. Y es que no son pocos los esfuerzos que realizó por defender la música bien entendida, la que viene parida según un proceso artístico, alejado de la radiofórmula y la basura intrusiva a la que nos tienen acostumbrados la gran mayoría de putremisoras que invaden nuestros espacios públicos. Porque en mi casa todavía no pueden entrar, gracias a Dios.




No obstante, si bien los hongos nunca le dieron ningún disgusto, el legalizado alcohol lo sorprendió en uno de sus shows tumbado boca arriba en el escenario, gritando incoherencias y burradas, lo que le hizo pasar por una etapa bastante dura en la que conseguiría dejar la bebida y otras drogas parejas afloja-lenguas. Descubrió entonces que el secreto de su éxito no era el cuelgue, sino las verdades que salían de él. Y es que Bill Hicks no es sino el tipo que soltó las verdades más incómodas de aquella (y esta) sociedad con la mala leche más ácida que era capaz de soportar la masa Z, lobotomizada por usos y costumbres radiados por la tele de entonces.

Desde este momento de sobria clarividencia comienza la etapa dorada de nuestro amigo, si bien la espada del cáncer pendía ya sobre él, con una factura pendiente (y esto lo deduzco yo solito) por un pasado de sobreesfuerzo tóxico, en su mayor parte de sustancias legales. Sin embargo, esto no haría que Bill se inclinara por ningún tipo de propaganda anti-vicio. Qué cojones, el sr. Hicks es incompatible con ningún tipo de propaganda al uso:



Esta revelación, lógicamente, lo lleva a desarrollar espectáculos que no todo el mundo acogería con buen humor, y menos un atajo de paletos red necks. Y es que tan pronto podía estar actuando en el famoso programa de David Letterman como podía al día siguiente hacer un monólogo en un antro infecto. Frecuentaba todo tipo de tugurios, lo que lo llevaba a situaciones como la que describía en una ocasión:

"Estaba en Nashville, Tennessee, y después del show me dirigí a un restaurante de waffles. No estoy orgulloso de ello, pero tenía hambre. Y estoy sentado allí, comiendo y leyendo un libro. No conozco a nadie, estoy solo, así que estoy leyendo un libro. La camarera se acerca a mí como, [masticando chicle] "¿Para qué lees?" Nunca me habían preguntado eso. No "¿Que estoy leyendo?", sino "¿Para qué estoy leyendo?" Oh por Dios, me sorprendiste. Hmm, ¿Por qué leo? Supongo que leo por muchas razones, una de las principales es que no termine siendo un puto camarero en un restaurante de waffles."
Censurado en su país natal, cosechó no poco éxito en sus actuaciones en Canadá y Reino Unido, quizá también, para qué negarlo, porque no ponía a parir a sus países. El mencionado David Letterman, sin ir más lejos, protagonizó uno de los casos de censura más sonados, y el primero que se acometía en su programa de forma íntegra. Me explico: en cierta ocasión, durante sus primeras intervenciones eliminaron un chiste sobre un paralítico, cosas de política de antena. Pero la última actuación que debían emitir de Bill fue censurada de principio a fin. Al parecer, su famoso chiste de "Si Jesús regresara de nuevo, ¿de verdad creen que le apetecería volver a ver una puta cruz?" planteaba no pocos temores.

Aparición de Bill Hicks en el nº 31 de Predicador.


No obstante, Bill fue inspiración y admiración de muchos artistas yanquis, algunos de ellos totalmente insospechados, como los progresivo-metaleros Tool (la última pista de su disco Aenima, titulada third eye, viene precedida por una grabación de una de sus actuaciones), o el guionista de cómics Garth Ennis, donde hace no pocas referencias al mismo en Predicador.


En esta portada alternativa de Tool aparecía Bill sobre el título "another dead hero"

 Finalizo pues este humilde homenaje finalizando su discurso anterior sobre drogas y música, agradeciendo a todos esos adalides de la cultura altruista que se han pegado el curro de subtitular lo que he podido encontrar por internet. Atentos al final, porque no tiene desperdicio:



Y como guinda final, podéis echarle un vistazo al suculento recopilatorio de frases célebres que aparece en su entrada de la wikipedia.