viernes, 31 de mayo de 2013

Manual para sociópatas: Comuniones

Novios y novias enanas, marineros diminutos, almirantes de ocho años... no, los niños del barrio no se han vuelto gilipollas, estamos en plena temporada de sufrir otro de los eventos sociales y familiares más pesados de esta nuestra inamovible sociedad costumbrista: las comuniones.
Las comuniones tienen origen cuando la curia católico-eclesiástica decide, no sé en qué siglo de su opresora historia, que la mejor edad para decidir tomarse el sectarismo en serio son los 8-9 años, que es cuando uno tiene la mente más lúcida y está en condiciones de sumir decisiones importantes en la vida. En parte es lógico; unos meses más tarde, la llamada de la naturaleza condicionaría su orientación espiritual con indeseados resultados.

En cualquier caso, dejemos los temas de educación para el ganaderío para los padres de las víctimas, que son los únicos responsables de este atentado al libre albedrío (que en el 80% de los casos no consigue arraigar en la mente del sujeto) porque aquí de lo que se trata es de explicar al sociópata que actúa según la lógica más elemental cómo se comporta un zombie gregario normal en uno de estos eventos.

El evento comienza con el anuncio del mismo por parte de los padres, que nos invitan a acudir al ritual. Si ya tenemos una imagen creada en la familia o grupo social responsable, no hay por qué disimular la cara de reproche y superioridad moral por lo que están haciendo a su prole, pero nada nos librará de pagar en el caso de que aceptemos el reto.
Al igual que en las bodas, la estrategia de inicio más inteligente es una retirada a tiempo. Si queremos seguir siendo familia o que no nos borren de su agenda telefónica, pondremos una excusa creativa y nos retrataremos convenientemente con un regalo para el preadolescente. Aquí ya se puede ir a joder un poco regalando un libro o algo artístico-cultural que estimule la creatividad. Si se quiere joder aún más, el libro puede ser Mecanoscrit del Segón Origen de Manuel de Pedrolo o cualquier otro juvenil con alguna escena picantona, para que empiece a despertar en el zagal lo que más teme el párroco del barrio (eso siendo bien pensados con respecto al párroco). Lo más fácil es que el niño ni lo toque.
Si, por el contrario, decidimos ir, nos enfrentamos a un proceso tan caro o más si cabe que el bodorrio, ya que tendremos que pagar a los padres el reglamentario cubierto de 80,00 - 100,00 € que se habrán marcado por presión social y falta de voluntad, y el regalo del niño, que habrá de ser algo ya de cierta entidad.

El regalo es parte consustancial al sacramento, pues de lo contrario, ningún niño en su sano juicio se prestaría a tamaña majadería. Creo que lo pone en la Biblia por alguna parte. Por lo general, se hará entrega del mismo unos días antes de que empiece el evento, entrando a formar parte de un ranking por alcanzar el título de familiar más enrollado. Si queremos alcanzar el primer puesto fácilmente, haremos entrega de una consola de videojuegos de última generación, aunque el coste es elevado, y no creo que valga la pena. Hablo desde la experiencia (sí, esto nos ha alcanzado a casi todos), pues en mis tiempos era de otra manera, y no se invitaba a la gente a salonazos de bodas y tal, pero lo de los regalos debe de haber sido así desde la edad media por lo menos, y he de reconocer que, si me regalaron algo más aparte del Spectrum, no lo recuerdo. Así son los niños. En serio, creo que no me regalaron nada más.

El día de la comunión, vestiremos del mismo modo que en el bodorrio. Haré copia y pega para no repetir, por lo que quien haya leído el post puede saltarse lo siguiente:

Chicos, mínimo traje completo, camisa y corbata. Aconsejable gafas de sol y afeitado. Se valoran cosas más caras (chalequitos, frac, esmoquin...), el cielo es el límite. Podréis usar el mismo traje en tantas bodas como queráis. Es importante toquitearse mucho los botones de la americana, y abrocharla y desabrocharla constantemente para ganar presencia. Aunque se celebre en agosto mayo/junio, jamás nos quitamos la americana antes de la fase de banquete. Es preferible que se nos transparenten los pezones a través de la camisa empapada.
Chicas, peluquería bruta, todo el maquillaje que tengáis en casa y vestido estrafalario rollo celebrity en alfombra roja, importante no poder guardar nada en ningún sitio. Si lleváis bolso, será de mano, del tamaño de vuestra mano, y no contendrá mas que un billete arrugado por si os perdéis. No es día de móviles. Al finalizar el evento, cogeréis el vestido y lo dejaréis en el contenedor de basura más próximo, rociándolo con bencina para pegarle fuego sin dejar rastros. Si os vuelven a ver con él puesto, no recuperaréis vuestra dignidad humana hasta cambiar de amigas. No sé el motivo, es así.

 A la hora de entrar al ceremonio o no, la cosa está dividida. Por un lado, existe una corriente de pensamiento alcohólico-rebelde que insiste en pasar ese tiempo en el bar más cercano, como en las bodas. Pero en el caso de las comuniones, también se dice que el niño se fija en quién acude a verle en tan magno momento de su vida y quién no. Personalmente, sigo aconsejando entrar. El niño suda un huevo de quién está ahí para verle (yo no recuerdo un cagarro, la verdad), porque está centrado en lo que mola vestir como un gilipollas y en el fiestorro que viene después, totalmente ajeno a que podrían embargar la nómina a su padre si la familia no se porta con las donaciones y se las ve putas para devolver el préstamo que pidió para el banquete.
El caso es que aconsejo entrar, más que nada para observar in situ cómo se lo monta el párroco para inducir las mismas memeces a mentalidades que van de los 8 años a los 80. Es también muy divertido ver con qué fingida ingenuidad habla el cura de oscuras abstracciones a niños en edades de saltar encima de tortugas y comer setas rojas para crecer en tamaño. Si el cura es rollo medievalista, la cosa es todavía más grotesca, pues no se corta en comentar a los niños sus movidas de dolor, carne, sangre y todos esos fetichismos que tanto pone a cien al clero. No vale la pena perdérselo, se pasa un rato divertido.

Concluido el evento, seguiremos a la comitiva hasta el salón de bodas/bautizos/comuniones correspondiente, según se estipula en las sagradas escrituras, donde nos colocarán dónde y con quien les dé la gana para degustar una de esas comidas carísimas que muchas veces nos deja indiferentes pero nos sienta peor que lo que comemos en casa. El proceso es muy parecido a las cenas nupciales (ver posts sobre bodorrios), con la salvedad de que en este caso la tarta lleva montada encima un monigote vestido de marinerito en representación ritual del comuniante, el cual será recogido con suma ilusión por el protagonista del día hasta que llegue a casa y lo deje por algún rincón para jugar a su consola nueva.

Nada más para el sociópata, pues al no haber baile, cualquier momento posterior a los chupitos es bueno para huir. En cuanto a los padres, ahorráos ese dinero a vosotros mismos y ese sufrimiento a nosotros. Vuestro hijo sólo quiere una consolaca.



miércoles, 1 de mayo de 2013

Respiracionismo, la mejor arma contra el desempleo

Después de conocer las cifras actualizadas sobre desempleo en el país, uno se pregunta si realmente existe solución para esto, tras más de cinco años de caída ininterrumpida, cuando sabemos que el resto de países van bastante mejor que el nuestro (difícil aplicar medidas que aviven más el fuego) pero tampoco presentan unos crecimientos en la demanda como para absorber todo lo que les puede caer vía inmigración, como ocurría en nuestro país en época de vacas sobredimensionadas.

Se cierne sobre nosotros un peligro que apenas se ha tratado tangencialmente en los medios y fue tratado tras la revolución industrial, y es el del desempleo tecnológico, que creo que en los próximos años puede cobrar un protagonismo importante, al menos en nuestro país. Según nos dice la Wikipedia, el desempleo tecnológico es aquel que "se origina cuando hay cambios en los procesos productivos que hacen que las habilidades de los trabajadores no sean útiles".
Si bien el mismo miedo que surgió al respecto en la revolución industrial demostró ser infundado, considero que lo que enfrentamos, sobre todo repito, en nuestro país, es algo bastante más potente.

La verdad es que, desde un trabajo como el mío, pienso en la cantidad de clientes que pierdes de vista porque saben utilizar la web de la entidad, y el tiempo que queda para que generaciones tecnológicamente incapaces desaparezcan y generaciones tecnológicamente potenciales aprendan, y me da un regomello y un replanteamiento vital que no me inspira ninguna confianza.
No me inspira ninguna confianza porque veo que el mercado laboral y el sistema económico y social avanzan por separado, como ignorándose. Bueno, en realidad lo que ocurre es que el mercado laboral está evolucionando, mientras que el sistema no sólo no lo hace, sino que está tratando de retroceder. La amenaza no me la he inventado ahora mismo para escribir sobre algo. Mejorando los servicios y la web de la banca, el trabajo de los bancarios puede ser completamente prescindible, más allá de dedicarnos al análisis de operaciones de crédito con la suficiente complejidad como para no poder ser resueltos por un software implacable. Pero hablaríamos ya de unos pocos puestos marginales, concentrados en algún edificio de servicios centrales, así como algunos cubículos de atención telefónica, a salvo de rostros ceñudos y miradas furibundas. Es un win-win para la banca que sólo podría evitar la presión popular, aunque ya sabemos que en sistemas oligárquicos eso se arregla con un "todos a una" pactado entre entidades o dictaminado desde BdE.



Lo mismo ocurre con cualquier tipo de distribución de contenidos multimedia. Intermediadores, grandes cadenas de venta física con sus vendedores, transportistas, fábricas de producción de formatos físicos, etc, pueden quedar reducidos a la anécdota a largo plazo. Libros, música, cómics, películas, videojuegos y derivados son servidos al instante directamente al reproductor pertinente desde webs que prometen precios económicos por el ahorro en costes de distribución, sin llegar a imputar una parte honrada de este ahorro al precio, claro está.
El gentío deja de comprar CD's no tanto por una cuestión de picaresca o ahorro, como por el hecho de que el formato físico ha dejado de ser práctico para convertirse en un estorbo. ¿Para qué quiero un CD, si casi seguro no podré escuchar lo que lleva sin pasarlo antes a MP3? ¿Por qué volverme loco para encontrar la tienda que tiene el CD que busco, desplazarme hasta ella, pagarlo más caro y dedicarme luego a ripearlo y meter canciones en el reproductor,  cuando puedo descargarlo directamente desde ese reproductor? La compra física de productos multimedia queda relegada a coleccionistas e inadaptados tecnológicos. Eso, a largo plazo reducirá a lo microscópico a una industria y unos servicios derivados que se traducen en un huevo de puestos de trabajo.
Y no olvidemos que los productos físicos también puede comprarse desde internet, sin hacer colas ni viajes infructuosos. Muchísimos servicios administrativos empiezan a ofrecerse de un modo automatizado desde la red, la educación multiplica su difusión mediante cursos online, los alumnos aprenden con tabletas y pizarras digitales (no todavía en nuestro país gracias a los recortes en educación), etc. Y todo sin saber todavía lo que puede significar tener en casa una impresora 3D.
Todo un sector servicios y parte del productivo (lo cual, todo sea dicho, agradecerá el medio ambiente) que va a tener que buscarse la vida.

No estoy en contra de esta evolución, pues considero que es la relación natural entre la tecnología y el empleo, el que progresivamente una libere al otro de trabajos pesados y poco estimulantes, como ya ocurrió en la revolución industrial. La tecnología debería estar llamada a ser la esclavitud aristotélica de nuestros días que nos permita a los ciudadanos centrarnos en aquello que nos permita avanzar. Lo que ocurre es que esta revolución requiere una adaptación del sistema y de sus ciudadanos acorde. La conclusión que se extrajo de la experiencia de principios del XIX es que con la desaparición de trabajos penosos realizados por máquinas, aparecen otros nuevos derivados de las exigencias que requieren dichas máquinas o del ingenio y las nuevas necesidades que propicia el tiempo libre. No obstante, no podemos comparar las cifras demográficas en áreas industrializadas de aquella época con las actuales, así como el impacto que podría tener esta nueva revolución tecnológica.

Con esto no quiero decir que la causa del paro sea esa, ni mucho menos. Todos sabemos quiénes son los responsables de nuestra situación actual y cómo hemos llegado a esto. Lo que quiero decir es que ésta puede ser la nueva mierda laboral que se nos avecina en los próximos años, suma y sigue, para acabar de arreglarnos.

Así que, cuando acontezca el despertar tecnológico que acelere todo esto, veo dos alternativas que en nuestro país difícilmente se van a dar:

-Que el sistema se adapte para posibilitar que la población viva dignamente trabajando menos tiempo, repartiendo el escaso trabajo. Esto es profundamente anticapitalista porque supone una mejora en el reparto de la riqueza y un resurgir de la clase media, que se ha demostrado es el enemigo a abatir por parte de los neo"liberales". Además, ahora mismo no parece estar en nuestra mano semejante transformación (como país).

-Que la población inactiva recicle su formación para adaptarse a las nuevas ofertas (casi inexistentes en Españistán) o busque y desarrolle esas nuevas ocupaciones inherentes a toda revolución industrial/tecnológica. Esto tampoco es posible en un país donde buena parte de la población consume sus dos años de paro sin aprovechar para mejorar su formación, en parte por la cultura tradicionalmente paleta del país, alimentada por el total desprecio por parte de las hordas políticas hacia la educación y la formación de sus ciudadanos (¿pues no habló algún hijo de puta de reactivar el sector construcción para salir de la crisis...?)

En otras palabras, que sin una presión efectiva de nuestras huestes sobre la nigromancia político-mediática, asistiremos a una mayor hegemonía del sector privado, aceptaremos lo inaceptable, como ya ha pasado en Grecia y su venta de soberanía a cuatro marcas de mierda que nadie debería consumir, y las teorías madmaxistas cada vez tendrán menos de gracioso. Feliz uno de mayo Beltane!